lunes, agosto 13, 2007






El pozo verde

Casi flotaba por el borde de la ruta.
A lo lejos, la vista de las Sierras Grandes nevadas sobre el azul del cielo se erguían, imponiéndose en el límite del valle.
Un aire puro, frío, seco,energizante atravesaba el ambiente. No podía sentirlo pero lo imaginaba.
Entró lentamente en el camino que lo llevaba al pozo verde, asombrado por los cambios y a la pesca de los viejos sitios.
Doce años son muchos para volver, sobre todo desde tan lejos.
Al llegar has ta la puerta de la casa, convertida en un reducto protegido,se encontró con el casco original rodeado por las nuevas instalaciones: la galería, los canteros de la ventana del comedor todo seguía casi igual; la puerta de entrada, era distinta, con peor gusto pero que remedio, no le pertenecía nada, salvo sus recuerdos.
Un cartel amenazador: "Cuidado con el perro", lo hizo sonreír.
Ya no debía temer a ningún perro...y a ningún humano.
Aún lo asombraba su nueva situación a pesar del tiempo transcurrido; eso que llaman eternidad y que convierte una década en un minuto....sin embargo, en ese breve lapso de tiempo, era la primera vez que volvía adonde todo terminó.
Se sentó en una piedra a contemplar el atardecer, aunque en realidad su mirada permanecía fija en la terraza.
Aquella mañana de verano muy temprano; el desayuno servido, la escopeta en su boca y el disparo final, un poco teatral, es verdad. Pero había sido un impulso.
Toda su vida había sido así, ¿por qué suponer un final más realista?, odiaba la fealdad, el dolor, las complicaciones.
Y ahora comprendía que quizás siempre había escapado de la misma realidad, sea cuál fuere.
Cuando Carlos se reunió con él, dos años después le reprochó ese abandono.
Hubo que explicarle que no se sentía con fuerzas para enfrentar un final distinto, arrastrar la decadencia, tuvo miedo, fue egoísta.
HIV eran una siglas demasiado fuertes en esos tiempos.
Claro que de saber que también él estaba enfermo, quizás se hubiera quedado....¿como imaginarlo?
Carlos era su niño, 20 años más joven; deseo evitarle todo dolor ¿o evitárselo?, daba igual, ya no importaba.
Prefería recordar los comienzos de la aventura cuando, renunciando a su puesto privilegiado en el teatro Colón, buscó refugio con él en ese cañada mágica, donde el murmullo del agua los despertaba cada día y el olor a hierbabuena invadía sus noches de amor.
Luego, los amigos, las tertulias con Mozart, Boccherini y alguna ópera de Verdi de fondo.
Respiró con fuerza, inutilmente claro.
Una pareja de turistas le preguntó: ¿"nos saca una foto por favor"?
Disparó sin entender: esas máquinas eran muy distintas a su vieja Canon.
Era tiempo de regresar.
Cuando la pareja alzó la vista para decirle que volviera a intentarlo porque algo había fallado, ya no estaba.
Se miraron con sorpresa....y volvieron rápidamente por donde habían venido.
¿Las leyendas sobre aparecidos en el pozo verde eran ciertas entonces?
Mejor no preguntar.....ya casi anochecía y había comenzado a helar.


En memoria de Carlos y Alfredo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno es tenerte de vuelta ! !
Muero de ganas por ir a Barcelona, a tomar mate y tener largas charlas sobre la vida y nosotros.
Llego el 10 de Septiembre.
Me hiciste llorar con lo que escribiste de Carlos y Alfredo.

Te quiero y te veo pronto
Fer

hera dijo...

Hola fer!......para mí también fué fuerte volver al pozo verde después de tanto tiempo....pongo el agua para el mate yuppie:-))