jueves, julio 06, 2006

Sincronicidad

Imagina mientras lees esto que estamos en la Franja de Gaza, o en Iraq, o en Pakistan
o en Sudán. Que no sabemos leer, tenemos hambre y se nos dá mal robar, siempre llegamos tarde al reparto, tenemos uno, dos tres hijos pequeños, niñas algunas, condenadamente niñas.
Y un hijo de 13 años que se prepara para morir en dos meses pensando en el dinero que recibiremos.
Nos agolpamos en el agujero que han abierto en el muro de la vergüenza, el agua se ha terminado, la ayuda "humanitaria" también.
Intuímos que no importan los por qué de esta nueva invasión. Solo importa sobrevivir y creer que lo hacemos por una idea, una religión, un modo de ser y estar.
En otra parte, en Europa, en Italia, en Roma, se prepara una gran reunión de familias
que se celebrará en otro país España, en otra ciudad Valencia.
Algo pasa, un accidente imprevisto, incomprensible, 34 personas mueren en una esatción de Metro que se llama "JESUS"
Tu no sabes nada de esto, solo eres un pobre ser en el pobre Oriente Medio, pero aunque lo ignores una mariposa ha comenzado a aletear en un extremo del mundo y en el otro algo se ha movido.

martes, julio 04, 2006

Roser

Sobre todo, extraña su olor, me dice.
Le duele su ausencia pero no puede precisar donde. La muerte ha roto esa dolorosa rutina de esos últimos veinte años. La rutina de la enfermedad y la desaparición lenta de todas las cosas.
Esta tranquila, Ramón ha muerto a los 67, aunque ella podría señalar muy bien el día de la verdadera muerte: aquel en que comenzó a "perder la cabeza".
Me cuenta detalles de los últimos días, esta tranquila, serena.
Es poco lo que puedo añadir, solo escucharla y decir esas obviedades psicoanalíticas
de mercadillo, algo de recuperar la propia historia, indagar sobre si el duelo es correcto, tonterías.
En el fondo, muy en el fondo me pregunto por el secreto del amor, palabra gastada, percudida, vaciada.
¿Por que el amor y la muerte se llevarán tan bien?