domingo, febrero 26, 2006


Gripe aviar

Se mueren algunos pollos de corral en Asia, una extraña enfermedad los afecta: gripe, no sería más que un estornudo si no fuera porque algunos humanos tambien han muerto al contagiarse directamente de ellos. Las noticias se han ensañado en marcar un plano del avance de la temible plaga agregando la contradictoria fórmula de que si llega a Europa sería una epidemia, pero que para que eso suceda el virus debería mutar.
Lentamente el virus avanza, llega a las puertas de Europa, entra por el Este, se instala en países centrales, empieza a cundir el pánico.
Desciende dramáticamnte el consumo de pollo. ¿Habrán calculado esos costos?.
Lo digo porque si me paro a pensar un minuto, resulta que la gripe aviar es una enfermedad de corral más vieja que la injusticia y anualmente debe haber una cantidad pre-establecida entre las aves silvestre y de corral que mueren por ésta causa.
Y resulta tambien que la patente de la única vacuna que no previene ni nada pero no sabemos porque debieramos tomar en caso de que así lo decreten , parte de un laboratorio en americalandia, cuyo principal accionista es, pura casualidad, un hombre de altísimo cargo en el gobierno actual del guardian de occidente.
Este laboratorio ha vendido la patente, al laboratorio en Europa, quintuplicando las ventas luego de la extensión del rumor de la "inminente plaga".
Creo que mi paranoia está superando los límites. Mientras tanto y por si las moscas, no está de más espantar a las tiernas palomas que hasta ayer llegaban cuál metáfora de la paz a defecar a mi balcón, agasajándome con sus arrullos......

lunes, febrero 20, 2006

No me gustan los gatos.
No creo que deba justificarme, es simplemente que no me gustan.
Encuentro irrespetuosa su forma de ir por libre; su mezcla de invasión de la privacidad y desapego,; aquello de que “el gato elige a la casa y no al dueño”.
Así que mi desagrado fué mayúsculo cuando me anoticié de que mi vecina de asiento, aquella que me acompañaría en un largo viaje de 14 horas desde Madrid
a Santiago de Chile,......llevaba un gato oculto en una primorosa canastilla.
El encuentro fue intempestivo, la bestia saltó hacia mí, perdiéndose luego en algún espacio del pasillo, cuando ella intentaba ver si seguía durmiendo.
Al desconcierto inicial, siguió una andanada de exclamaciones, revuelo generalizado, una mezcla de estupor e incredulidad propia de aquellas situaciones que nos sorprenden por lo inesperadas.
Y es que uno está preparado para muchas cosas cuando viaja en avión: que no funcione el canal de audio, que se hayan quedado sin vino, que la comida sea espantosa, que el clima sea turbulento o la azafata insoportable.
Pero nadie está preparado para que un gato se pasee sin más.
Mi vecina, una chica que aparentaba unos 30 años, lo alcanzó unos cuantas filas atrás de la nuestra, luego de una breve pero azarosa persecución.
Al volver, mientras intentaba calmarlo y guardarlo en la jaula camuflada de canasta, me contó su historia.
Se trataba de una Biólogo que iba a trabajar a los fiordos chilenos por tres años; participando en una investigación sobre no sé que cosa, moluscos, bios,...
Vivía sola en Madrid y viviría sola en Puerto Montt; su gato Oliver, una bola gris con algo de sangre angora, por lo espeso de su pelaje, era su compañía más querida, quizás por ser la única, en los últimos tres años.
No me pareció oportuno preguntarle por qué, por otra parte hablaba sin parar, estaba agitada, preocupada; como una madre que no puede calmar a su hijo pequeño. Su tono suave, al hablarle usando diminutivos en una jerga que seguramente les era familiar a ambos, no pudo menos que conmoverme.Se negaba a considerar la posibilidad de hacer los trámites necesarios para el viaje del minino y luego dejarlo con los equipajes: no podía hacer simplemente algo tan desalmado,
¿Ud. tiene hijos?, ¿Verdad que no los dejaría a su suerte para que mueran de frío en la panza de un avión? ; abrí la boca para intentar una respuesta de compromiso, pero volví a cerrarla mientras ensayaba mi mejor cara de naipe.
Su veterinario, había administrado a Oliver una dosis elevada de tranquilizantes y ella confiaba en que alcanzaría para cubrir el tiempo del viaje. Evidentemente no había sido así, sólo llevábamos escasa hora en el aire, en realidad el efecto era el contrario. Nervioso, sus pupilas rojas y dilatadas eran más propias de un heavy metal “colocado” en medio de un recital de rock, antes que las de un cordial animalito de compañía.
En una de esas miradas para ver como seguía todo, Oliver decidió que ya estaba bien y que se bajaba en la esquina, ésta vez saltó por sobre los asientos y las cabezas de
unos cuantos pasajeros, provocando nuevamente la alarma general.
El pasaje se dividió en una especie de moros y cristianos: algunos exigían el inmediato sacrificio de la bola gris y otros clamaban por una elemental norma de empatía: después de todo si muchos de nosotros no saltábamos de miedo entre las filas era porque la medicación nos hacía efecto.
Una azafata recogió a Oliver mientras acompañaba a mi vecina a la cabina del comandante.
La discusión se generalizó, sonaban los comentarios más increíbles. Curiosamente nadie se preguntaba por qué, por qué alguien hacía algo tan descabellado.
Sólo apelaban a los “derechos”, “la seguridad”, “la higiene”.
Cuando mi vecina volvió, tenía lágrimas en los ojos y Oliver ya no estaba.
Me dijo que la obligaban a dejarlo en San Pablo ( la escala técnica) y a hacer los trámites pertinentes además de pagar una suculenta multa. El llanto surgía a borbotones, creí entenderla cuando me dijo que continuaría el viaje en bus y que no le importaba si llegaba tres días después a su trabajo., se durmió llorando y sólo volvió a abrir la boca 11 horas después para despedirse con un corto “adiós” en la puerta de salida de la terminal.
Tampoco yó volví a pronunciar palabra en el resto del tiempo de vuelo.-

jueves, febrero 16, 2006


"Así pues, no era el soldado quien canturreaba, no un hombre sensible al frío, a los castigos y al amor, sino la montaña hostil. "Que triste error!" pensó Drogo.
Tal vez todo sea así: creemos que en derredor hay seres semejantes a nosotros y , en realidad, sólo hay hielo, piedras que hablan una lengua extranjera, estamos a punto de saludar a un amigo, pero el brazo vuelve a quedar inerte, la sonrisa se apaga,porque nos damos cuenta de que estamos completamente solos.
....Hasta después de unos minutos no volvió a mirar abajo, donde poco antes le había parecido divisar la mancha negra. Seguía allí y se desplazaba lentamente.
El desierto de los tártaros
Dino Buzatti

Recuerdo el dulce tiempo de sierras cordobesas
Pasado con el alma sin unsolo deseo,
Vagando entre las matas de menta de poleo,
Los cielos deslumbrantes, los dias sin sorpresas....

Alfonsina Storni

sábado, febrero 04, 2006

"hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene".-
Juan Carlos Onetti (El pozo)

viernes, febrero 03, 2006


Jugar con fuego.-

Unas caricaturas se disparan desde los países nórdicos y Francia; lo menos que podemos sugerir es que son inoportunas, ¿o nadie se ha dado cuenta de que el sentido del humor no es universal y es un recurso pobre cuando pretende atacar por la ironía a partir de códigos distintos? ¿es que occidente es tan soberbio que además,olvida que la libertad de expresión , es hermana de otras libertades, como la libertad de credo?.
No lo tenemos fácil, porque los fundamentalistas no están solo de un lado.
Las cibercruzadas van a terminar tan mal como sus tatarabuelas si no comenzamos
a ponernos, en serio, a pensar en que ya pasamos por lo de quemar brujas y no terminó bien.
Aunque más no sea porque han demostrado que cuando se enojan no tienen vuelta atrás y occidente suele actuar ene sos casos como un niño asustado ante las guerras santas por un lado y el predominio del color amarillo por otro.