lunes, abril 24, 2006

Una vez más había cometido una tontería, con mi costumbre de escribir cartas muy espontáneas y enviarlas enseguida.Las cartas de importancia hay que retenerlas por lo menos un día hasta que se vean claramente las posibles consecuencias.
Quedaba un recurso desesperado, !el recibo! Lo busqué en todos los bolsillos, pero no lo encontré.........Volví correindo al correo, sin embargo y me puse en la fila de las certificadas.
Cuando llegó mi turno, pregunté a la empleada, mientras hacía un horrible e hipócrita esfuerzo por sonreír:
-¿No me reconoce?
La mujer me miró con asombro: seguramente pensó que era loco. Para sacarla de su error, le dije que era la persona que acababa de enviar una carta a la estancia Los Ombúes...........
....-.Perdi el recibo- expliqué.
No obtuve respuesta.
-Quiero decir que necesito la carta y no tengo el recibo-agregué.
La mujer y el otro empleado se miraron, durante un instante, como dos compañeros de baraja.
-¿Usted quiere que le devuelvan la carta?
-Así es
--¿Y ni siquiera tiene el recibo?
Tuve que admitir que , en efecto no tenía ese importante documento. .......
-Es completamente imposible....el reglamento es terminante.
. El reglamento como usted comprenderá señora debe de estar de acuerdo con la lógica-exclamé con violencia.........
.....-el reglamento no puede ser ilógico:...si yo despacho una carta y al instante vuelvo a pedir que me la devuelvan porque me he olvidado de algo esencial, lo lógico es que se atienda mi pedido.¿O es que el correo tiene empeño en hacer llegar cartas incompletas o equivocas? Es perfectamente claro y razonable que el correo es un medio de comunicación no de complulsión: el correo no puede obligar a mandar una carta si yo no quiero.
-Pero usted lo quiso
-!Si!-grité- !pero le vuelvo a repetir que ahora no lo quiero!
-No me grite no sea maleducado, ahora ya es tarde.

Ernesto Sábato- El túnel

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