Tenerife: Teide, vista del mar de nubes





Táctica y estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos

no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites

Mario Benedetti


Ella lo esperó desde siempre, aún sin saber como sería encontrarlo, cuidarlo, enmadrarlo.
Lo esperó cada día de su vida de isleña, que marcaba sus límites, sus paradojas: tan cerca de Africa y tan dependiente de la península.
Lo esperó casi sin saber que lo hacía.
Una isla es un mundo en el que caben todos los temores y todas las audacias.
Por eso los isleños sufren de vértigo en tierra firme.
Lo imaginó cada mañana sumergiéndose en la profundidad del mar de nubes; armó un espacio interior para recibirlo, creció soñando su llegada.
Vivió sus años más bellos en ese parque natural, en la volcánica isla del archipielago canario, escondiéndose detrás de su título de geógrafa.
Hasta que al fín llegó, venía de lejos, de un mundo árido y duro, de la Castilla orgullosa y cerebral, dógmática y religiosa...
Y ella no entendió.
Creyó que la luz y el color que le ofrecía solo podía engendrar belleza y que todo sería dado.
Por eso cuando él se alejó, abrumado por tanta vida y volvió a su soledad de Quijote; sólo quedaron sus nubes, sus flores y el murmullo del mar para ahogar su llanto.
Y el mar de nubes se convirtió en un abismo del que cada día emerge para armar una nueva táctica...por si él decide regresar.-