martes, enero 15, 2008

Foto: Isabella-Blow

Sobre apegos y edades I


Voyeur

Cumplimos un año. Digo "cumplimos", porque hace exactamente un año que concurrimos los tres a la misma cita.
Claro que ellos dos ignoran que hay un tercero : YO.
Cada tarde de lunes a la hora del "five o´clock tea" nos encontramos en las mesas del bar de la Librería La Central, del barrio del Raval, en Barcelona. Sólo hemos faltado durante el bochorno de Agosto, por razones obvias.
Por lo demás nos reunimos, yo en mi rincón y ellos dos en el suyo, delante de un café con leche que se eterniza y de libros y papeles.

Ellos hablan, yo observo y escucho. No recuerdo como empezó el juego. Quizás fueran las voces demasiado altas o alguién que me distrajo al entrar y me hizo mirarlos, el hecho es que solo después de un par de lunes comencé a armar la historia y a sacar conclusiones...las mías claro.
Se trataba de una mujer madura, con gafas, guapa sin ostentaciones; el pelo canoso, sin teñir, largo y abundante, atado generalmente con una hebilla, las manos de dedos largos y finos nunca estaban solitarias: un boli pasaba de la izquierda a la derecha sin descanso.
Generalmente vestía de oscuro y casi no usaba maquillaje...Bueno, eso fue cambiando con el tiempo...como otros detalles. El, aparentaba unos treinta y pico, ojos marrones enormes, muy delgado, una boca que se abría en palabras pronunciadas en cascada, aspecto descuidado....y en estado de permanente alerta.
Mis primeras escuchas me dieron a entender que ella podría ser su tutora en algun tipo de investigación o trabajo de fín de carrera sobre historia contemporánea.

El muchacho, al que bauticé Pablo solía hablar en voz muy alta, tratando de explicar algún detalle, que iba cambiando según pasaba el tiempo; las correciones sugeridas la semana anterior tomaban cuerpo en nuevos apuntes que cada vez se hacían más abundantes, cubriendo la pequeña mesa.

Ella ( Lía en mis desvaríos) callaba y solo al final, acostumbraba marcar una o dos frases lapidarias.

Instintivamente, me solidarice con el pobre y maltratado estudiante.

No sé en que momento comencé a esperarlos, porque la verdad es que me molestaban.
Sus voces interrumpían mi lectura, ese espacio semanal que me daba a mi misma: una recorrida por la librería, alguna compra y sentarme a leer....pequeños placeres, de aquellos que sólo se advierten cuando los pierdes. El caso es que un día, varios papeles se cayeron al suelo, ambos se lanzaron a recojerlos, en un gesto habitual; sin embargo algo cambió a partir de ese momento. No pude escuchar lo que se dijeron.
Pero a la semana siguiente, un sutil juego de miradas, anunció el inicio de una nueva etapa en esa relación.
Yo me apresuré a augurar una historia romántica en puerta. Me imaginé la escena, sugerí argumentos, establecí posibilidades.-
Ella llevaba anillo, quizás hasta tenía nietos...él estaba comenzando a vivir.
Puede que se tratara de esa admiración que a veces tenemos hacia nuestros mentores, la idealización que tiñe de tonos pastel la relación más gris hasta hacerla atractiva al punto de explotar como una burbuja...y desaparecer en la nada... El cambio en ella fue sutil, solo un ojo cotilla como el mío y amante de las historias con buen final era capaz de detectarlo.
Ultimamente cuidaba más su aspecto. Un toque de color en los labios, un corte de pelo que la rejuvenecía notablemente, las sonrisas transformadas en francas carcajadas cuando él decía algo incorrecto.
Estaban a gusto, Estábamos a gusto. Hasta que me dejaron fuera. Justo hoy que cumplimos un año...son las 6.30pm y no han aparecido.
Tendré que festejar sola la belleza de los encuentros inesperados, la alegría de los afectos que crecen de a poco, alimentados por palabras y silencios.
Aunque no tengan futuro. Aunque nunca hayan sido Lía y Pablo, abrazados en algún oscuro rincón de la librería.-

3 comentarios:

PIZARR dijo...

Hera... no había leído esta historia, se me pasó.

A pesar de todo el tiempo que digo tener por estar de baja, me falta tiempo...

En la historia sobre apegos y edades II, te he dicho que me había traído a la mente otra historia, que quizás escriba algún día. Pero es que al leer esta... no quiero ni decirte lo que he pensado...

Creo que no estabas en Barcelona, ni el Barrio del Raval, ni en la libreria La Central... sino en Bilbao, tomando un thé en el pequeño café de la libreria Book, en la Gran Vía...y mejor ni te digo quienes eran Lía y Pablo...

ES INCREIBLE, lo que me ocurre con tus historias.

¿ Será que al final lees mi mente o mis sueños ?

UN BESO PITONISA

hera dijo...

O será que tu los proyectas?? :-)) no importa, si te suenan bien, adelante!....y creo que puedo imaginarme quienes eran o quien era uno de ellos....pasa mucho en los blogs esto de identificarse con cosas que otros escriben y quizas es lo que hace este espacio tan personal....
Un abrazo

fgiucich dijo...

Una excelente observación de nuestro entorno con una mucha dósis de imaginación. Me encantó la historia. Abrazos.