martes, diciembre 20, 2005

La vida secreta de las palabras

La escena es tensa, ella lleva casi diez minutos o más, relatando como es que se vió inmersa en uno de los holocaustos modernos menos retratados y más incomprendidos, la guerra de Bosnia.
De pronto abre su blusa y expone al tacto de él que no puede verla, las cicatrices que señalan desde el afuera, el profundo e innecesario quiebre interno que ha sufrido.
No puede desear, no puede disfrutar, sus sentidos han sido acallados por la brutalidad del hombre, del soldado. Solo por ser mujer ha debido sufrir el doble, el triple....
Y esa plataforma en el medio del mar, en la que se asila para no sentir la vida a la que la empujan sin quererlo con unas no solicitadas vacaciones; paradójicamnte le devuelve una nueva forma de femineidad y la reconcilia con el erotismo entendido como ganas de vivir.
Un prodigio de lenguaje cinematográfico para relatar lo más siniestro.

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