miércoles, enero 18, 2006


Bestiario I

La cabra o Qui és Sylvia?
Autor: Edward Albee

Martín es un arquitecto exitoso, acaba de arribar a la cincuentena y tiene un secreto, se ha enamorado: ha descubierto de una manera absurda que ama a Sylvia, una cabra.
Quiere comprender que le pasa, pero sobre todo quiere comprender por qué, la sociedad interpreta que ese deseo es algo que debe controlarse o “curarse”.
El planteo va más allá de las elecciones de objeto sexual, o de lo que debe o no debe hacerse, para transformarse en una provocación por el absurdo.
Como dice su director Josep Ma. Pou, “es el corazón abierto a la irracional naturaleza del amor”.
El final, incomprensible, salvaje, animal, es desolador, disparado por la acción de un amigo que hubiera sido a gusto un cómplice en el desliz de Martín, si Sylvia hubiese sido una tía más o menos joven, más o menos seductora, más o menos guapa.
Pero ese mismo “cómplice” no puede aceptar aquello que no comprende y avanza sobre la intimidad y la libertad personal. ¿Dónde fijamos ese límite?, parece como si a fuerza de querer borrarlos, los hemos hecho más estrictos.
Comparo la sensibilidad y la abundancia de sentimientos contradictorios, que es posible encontrar en la obra, con la visión totalmente alejada, por momentos pornográfica de la sensualidad al estilo Houllebeck y su discurso que pretende estar de vuelta de todo y me pregunto si tendrá algo que ver que Albee pertenezca a otra época, a otra generación.
En todo caso, cuando por todas partes se habla de “tolerancia”, y se hace del plantearse la “libertad” personal como prisionera del compromiso; los diálogos de ésta pareja, que ha permanecido unida y a la que Martín no renuncia, hasta el punto de decir la frase que será el desencadenante del drama “te quiero a ti y la quiero a ella”; detonan en cualquiera que sea capaz de hacerlo, miedos, incertidumbres y la pregunta que cada uno debiera hacerse ¿le estamos poniendo el cascabel a los gatos que pueblan nuestra fantasía?.

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