Oda al colador
Redondo, gris, tus aparentes carencias, esos agujeros tan bien dispuestos que te dan identidad, te convierten en imprescindible a la hora de poner las pastas en forma, escurrir las verduras, prensar el arroz. Sín tí, sería menos eficiente, más improvisada.
Tu humildad esconde un secreto, estábas destinado a ser un regalo, una sustitución por otro
que había sufrido en su caída una lamentable abolladura, pero te quedaste conmigo, para recordarme lo absurdo de algunos gestos.
jueves, enero 26, 2006
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