viernes, noviembre 24, 2006

En realidad, estaba convencida de que no importaba de que forma ni porqué, había algo que hacer y se haría.
También sabía que había entrado en otra dimensión, más profunda, sin nombres, sin categorías, sin sentido.
Solo podía registrar sensaciones: algo parecido al despegue de un avión, la idea de ser impelido con fuerza cada vez mayor, algo de omnipotencia y el momento límite; ese momento sin vuelta en el que despegas o te estrellas. Nunca podrás frenar.
No recordaba algo similar : fusión, fisión, explosión de energía, ausencia absoluta de palabras,
la petit mort.
Era estar jodidamente vivo, justo antes del minuto final, fatal, un viraje hacia adentro de sí misma pero también del otro.
Solo ese momento valía todo lo que vendría, todo lo que ya había vivido.
Un más allá de tormentas emocionales, un liberarse de estereotipos por unos minutos, sentir que era quién era, aunque a simple vista todo iba al revés y solo se trataba de un espejismo, una
follie-a-deux, con más carencias y arrebatos que logros y pertenencias.
Un regalo divino, pero si era así¿por qué ese dolor en el alma?

5 comentarios:

Carlos Gregorio dijo...

Me encanta leerte, así de simple.

Saludos Fraternales.

hera dijo...

Gracias Goyette. idem.-)

Susana dijo...

uf creo q nunca el tiempo es perdido...como diria manolo garcia...por cierto, me encanta Edif Piaf...besos de lunes, su

'''''' dijo...

"Un regalo divino, pero si era así por qué ese dolor en el alma?"
Porque esos segundos, tan intensos que parecen eternos, siempre acaban.
Octavio Paz lo expone maravillosamente en La llama doble. (Tus entradas siempre me traen a la memoria música y libros muy queridos. Gracias.)

hera dijo...

r de H, gracias por hacerme creer que una lineas semi mal escritas como las mias te recuerdan el ensayo de Paz que por otra parte es de lo mejorcito escrito en el tema.
Un abrazo